(Este post sigue la tradición de resumir mi último año, iniciada en 2017 y continuada con 2018)
Se vuelve a recomendar su lectura con esta banda sonora:
Es la mañana de Año Nuevo. Y te despiertas en una cama y en una casa a la que ya te has hecho. Os habéis hecho; son vuestras en todo el sentido de la palabra. Y notas esa luz que emana de tu mesilla de noche.
Esa luz que tan sólo tú y Ella veis. Es tu mitad de luz; la suya reposa en la estantería del salón.
Alargas el brazo hacia el otro lado de la cama, pues notas que Ella sigue allí contigo. Cosa rara, pues siempre se despierta antes que tú; pero el cansancio y el ajetreo de los últimos días — de las últimas semanas, de los últimos meses— han hecho que se le contagien tus ganas de retozar en la cama antes de afrontar el día. Alargas el brazo y le aprietas el muslo para darle a conocer que tú también estás despierto. Ya lo sabrá, de todas formas; no la estarás atronando con tus ronquidos.
Le das el beso de buenos días y le felicitas por vigesimoquinta vez el Año Nuevo. Un Año Nuevo en el que a primera vista todo es igual, pero en realidad es diferente. Hay otra luz, otro compromiso.
Porque hace un año estabais probando muchas cosas. Lo hacíais con responsabilidad y sin un ápice de dudas ni frivolidad, pero probabais. Ahora ya no hay pruebas; gracias a Dios es definitivo.
Probabais muchas cosas. Para empezar tú estabas probando una nueva profesión. Notabas que iba a ser lo tuyo, que te iba a gustar. Sin embargo, ahora lo sabes. Ves que lo que estás haciendo, con los sinsabores que tiene cualquier día a día, te llena de verdad. Te das cuenta que era lo que te estaba esperando toda la vida. Como también lo era Ella.
También probaste a ver si te podías considerar un escritor de verdad. Porque casi todo lo que habías hecho estaba bien, pero era toreo de salón. Este blog para que lo lean los amiguetes, algún concurso y alguna cosita más. Pero este año terminaste aquel proyecto eterno que empezaste en un momento muy oscuro, con un desamor y un abandono que entonces no entendías y que ahora ves muy claro. Porque el único sentido, la única misión que tuvo aquella historia era que, tiempo después, tú la escribieras. Y entendiste que aquel fracaso en realidad fue un éxito.
Te llevó a escribir y, de algún modo, te trajo a Ella.
Porque fue a Ella a la primera persona a quien le diste a leer tu novela terminada. Y a partir de ese día se convirtió en su proyecto. Fue quien más te animó a mandarla a la editorial. Quien más se alegró cuando unos incautos aceptaron publicarla. Quien más veces la ha recomendado, compartido en sus redes y publicitado.
Porque lo que haces tú es parte de Ella, y lo que hace Ella es parte de ti.
Porque ya no es que seáis un equipo, como eráis el año pasado. Ahora sois una sola persona. Vuestro nuevo compromiso, el que firmasteis con vuestros corazones, vuestros cuerpos y vuestras almas hace apenas un mes, así lo anuncia.
Que ya no estáis probando. Ya lo habéis hecho; y habéis decidido pasar el resto de vuestra vida juntos. Y eso ya vale por todo el año. No importa el trabajo, no importa la novela; eso es lo que vale. Un círculo de luz y compromiso encima de tu mesilla de noche resume tu 2019, el mejor año de todos.
Y el beso de buenos días con Ella resume el resto de tu vida.
Hoy no se levanta primero uno y luego otro, como anteriores primeros de enero. Os levantáis los dos a hacer el desayuno juntos. O Ella a hacerlo y tú a poner la mesa. Cada uno a sus tareas; separados pero juntos. Como el mismo ser que ahora sois.
Os ponéis vuestro círculo de luz en los respectivos anulares, y salís del dormitorio a comenzar el Año.
A continuar con el resto de vuestras vidas.
Musica: «In my life» de The Beatles
Fotografia de Diego Manresa Bilbao
♥️♥️♥️♥️♥️♥️
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Precioso.
Es aplicable a alguna pareja mas.
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