Se quedaban discutiendo dónde pondrían el sofá para que los focos les iluminaran de la mejor manera posible. O sobre cuándo y cómo tenían que sonreír para no salir con los ojos demasiado cerrados. También se gritaban acerca de quién se iba a sentar a la derecha y quién a la izquierda.
Y eso era tomándose las fotos, el mismo día de su boda. Imagínese como reñirían al cabo de dos meses, señor juez.
Tenga cuidado al pisar. Esta es la habitación donde sucedió.
Imagen: «Dead Code Monkey» de Eric Molina