Vuelven a dejarlos debajo de sus camas, como cada enero.

Esos maletones que esperarán pacientemente en tierras extranjeras hasta las siguientes Navidades. Equipajes que sufrirán durante los siguientes doce meses, en las ridículamente diminutas habitaciones de sus poseedores, con la ilusión y la esperanza de que este año, sí. Que sus jóvenes dueños, por fin, verán cumplido su anhelo y podrán llenarlos por última vez.
Que el próximo viaje será el último. El del retorno. El del fin de la crisis.
Que, finalmente, esas maletas se quedarán vacías en España.
Imagen: «Maletas» de marycarmenm
Estas sembrado yerno
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