—Sin beso de buenas noches no hay cuento que valga.

Esta noche, en la cama de mi niñez, retumba en mi memoria y pincha como aguijón de avispa la frase que ella me decía cada noche al arroparme.
Esta noche no suenan los ronquidos de mi padre. Sólo le oigo moverse en su cama; dándole, como yo, vueltas a la cabeza y a sus recuerdos. No me extrañaría que me llamara para charlar, o incluso para que fuera yo quien le contara un cuento.
Esta noche no podría. Tan sólo podría contarle cómo a su hijo no le dio tiempo a llegar al velatorio de Mamá.
Imagen: «Bedtime reading» de woodleywonderworks