Llegarás pronto.

 Miento. En realidad ya has llegado. Porque estás aquí desde el momento en que unos signos digitales nos dijeron que nuestros esfuerzos habían tenido sus frutos. Nos dijeron que tu vida había empezado y la nuestra había cambiado. Porque desde aquella mañana de mayo cada decisión, cada pensamiento, está orientado a ti.

A tu bienestar y al de quien te va a traer hasta aquí.

Llegarás a un mundo que se ha tornado raro y que desaconsejaba esta aventura. Pero te hemos traído conscientemente y con toda la ilusión. Creemos que podemos darte las armas para afrontarlo con seguridad. Esa será nuestra labor durante lo que nos queda de vida.

Nos vemos con fuerzas para hacerlo bien. Tenemos motivos para creerlo.

Porque llegarás a formar parte de un equipo invencible. No sólo por nosotros dos, que estamos convencidos de poder disimular nuestras imperfecciones delante tuyo. También estarán para ayudarnos las personas que han recorrido el camino con nosotros y que también reciben tu llegada como una bendición.

Ellos estarán allí para ti. Úsales.

Llegarás a una casa en la que ya se respira amor, pero tú lo vas a multiplicar por mil. Pero no te confundas: hay amor, pero también hay unas normas. Son sencillas, pero te las haremos cumplir sin excusa ni pretexto. La más importante será esta: SÉ FELIZ Y HAZ FELIZ A LOS DEMÁS.

Para tu tranquilidad, la segunda parte la estás cumpliendo sin problemas.

No te voy a engañar; en algún momento llegarás a sentir dolor. Es parte de la vida. Nosotros somos un escudo fuerte, pero ni somos indestructibles ni estaremos siempre protegiéndote. No sería justo contigo, tendrás que vivir tu vida. Pero siempre estaremos dispuestos a aliviar tus penas y a sentirlas como propias. Porque el dolor compartido duele menos.

Y la alegría compartida dura más. Te lo digo yo.

Llegarás pronto, lo sé. Pero me cuesta mucho esperarte tranquilo.