—La fastidiosa mosquita con su lengua veloz fue quien hizo que lo pitara. Hay quien dijo que estaba comprado, o que lo estaba la gente que me hablaba desde la sala de video. Algunos murmuraron que yo había sido socio cuando era pequeñito. Pero no: fue la mosca, y su lengua veloz, la que hizo que pitara aquel penalti.
—Lo que usted diga, señor; fue la mosca— dijo el enfermero mientras le ataba la camisa de fuerza —. Joder con el árbitro. Treinta años después y sigue jurando que una mosca le entró en la nariz. Vaya casualidad: justo en el último minuto de la prórroga.
Imagen: «Mosca» de Sergio Bitrán