Un corazón de lana y acero comenzó a latir rítmicamente mientras escuchábamos los primeros compases de la que desde ese momento fue nuestra canción. Eso es lo que recuerdo de aquel concierto. Nuestra segunda cita. Recuerdo cómo las notas de aquel bajo hicieron vibrar, al mismo tiempo, las paredes de acero del local y tu suéter al tacto de mis dedos.
Fue cuando te besé por primera vez. Cuánta poesía hubo aquellos días.
Y en los siguientes.
No como ahora, que pongo nuestra canción a todo volumen para no oírte hacer las maletas.
Image: «Bass guitar Fender» de Mathieu Pierre