Otra vez. Ya están los de arriba, dale que te pego. Parece que lo hagan para provocarme.
Y yo, imbécil de mí, sin usar los tapones. No aprendo; cualquiera diría que me gusta oírles, que disfruto del castigo. Incluso bajo el volumen de la tele para confirmar que ella está gozando; para comprobar que ese guaperas, al que una vez vi en el portal, resulta ser mejor amante que yo, dados los gemidos de la vecina del primero.
Sin duda merezco la tortura. Ya me lo advirtió mi padre el día en que heredé su portería: “Nunca intentes seducir a las vecinas”
Imagen: «Art Deco apartment building» de Jepperstown