Ya tengo los pies fríos otra vez.
Es increíble. Todas las noches tiene que tirar de la manta hasta dejarme los pies al fresco. Yo tiro y tiro, pero nada; siempre se me acaban congelando.
Han sido treinta y cinco años con las mismas historias. Como dejar la contraventana del baño abierta para que entre el frio. O doblar los calcetines de la manera precisa en que yo no pueda colocarlos bien en los huecos del cajón.
Pero todo es mentira; esta noche tengo los pies calientes.
Y sin nadie con quien discutir nuestra casa parece un erial.
Imagen: «Small wrinkled soles on bed» de Fagus177