Mientras miraba fijamente el crucifijo clavado en la pared de su habitación, María rezaba en la oscuridad.
Las monjas le habían enseñado a no tener miedo de nada que pudiera aparecer por la noche; el Señor le protegería. Pero también le inculcaron que, si existía un ser infinitamente bondadoso, uno maligno había de haber, por pura lógica.
Empezó a oír unos ruidos….
Imagen: «Altar Piece» de Anna Lorenz