“El día que una ola salte más de lo convenido” dijo la voz cuyo rostro era constantemente ocultado por su pelo, de color indefinido y movido por la brisa de la costa. El mar estaba bravo, de un verdoso que le recordaba al pueblo en sus veranos de juventud; y el día era claro, pero frío por el viento.
De algún modo sintió que aquella frase encerraba el sentido de su vida. Y, cuando quiso descubrir el rostro que ocultaba aquel cabello, familiar y a la vez desconocido, las campanas comenzaron a doblar…
Al despertar, corrió a apuntar la frase en su libreta. Por fin tenía la novela terminada.
Foto: «Waves» by Grempz